Al adentrarnos en el estudio de las interacciones humanas, nos damos cuenta de la facilidad con la que se pueden confundir términos como “compromiso” y “obligación”. A primera vista, pueden parecer sinónimos, pero en realidad, estas palabras no solo afectan nuestra percepción, sino también la autenticidad de nuestras acciones y la calidad de nuestras relaciones.

El Lenguaje del Ser


“No es más libre quien más hace, sino quien más elige”.

Nuestro día a día es una amalgama de decisiones. En cada esquina, en cada elección, nos encontramos ante el dilema del compromiso y la obligación. Dos conceptos que, aunque se entrelazan en ocasiones, tienen diferencias esenciales y están profundamente arraigados en nuestra ontología y nuestra psique.

Compromiso es la personificación de la elección. Es una promesa personal, una responsabilidad que aceptamos porque surge de un deseo genuino, de una pasión o un objetivo. Es el impulso que nos dice que queremos y necesitamos hacer algo, no porque alguien más nos lo pida, sino porque lo sentimos correcto.

Por otro lado, la obligación es una sombra que, a veces, pesa sobre nosotros. Sugiere restricción, un mandato que el mundo exterior nos impone, a menudo acompañado de la expectativa de algún castigo o consecuencia negativa si no se cumple.

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El coaching ontológico no solo pone énfasis en nuestro lenguaje, sino que nos enseña a ser conscientes de él. Las palabras, lejos de ser simples herramientas de comunicación, construyen nuestra realidad, moldean nuestra percepción y definen nuestra experiencia de vida.

El viaje de la autodescubrimiento a menudo comienza con el reconocimiento de estas dos fuerzas que guían nuestras acciones: el compromiso y la obligación. Ambos tienen un papel crucial en nuestra vida, pero la clave es saber discernir entre ellos y elegir conscientemente.

Cuando actuamos desde un lugar de compromiso, nos movemos con propósito y autenticidad. Estas acciones están impregnadas de significado y resonancia personal. Son las que, al final del día, nos hacen sentir plenos y satisfechos, porque son una extensión directa de nuestros valores y deseos más profundos. 

El compromiso es autodeterminación en su máxima expresión, un reflejo de quiénes somos y lo que verdaderamente queremos en la vida.

En contraste, la obligación se siente como una cadena que nos ata. Es el eco de voces ajenas, ya sean reales o percibidas, que nos dicen lo que “deberíamos” hacer. Es el miedo a decepcionar, a enfrentar desaprobación o juicio. 

Mientras que el compromiso es liberador, la obligación es limitante. Nos restringe y nos aleja de nuestro auténtico ser, generando una disonancia interna que, con el tiempo, puede manifestarse en insatisfacción y malestar.

El coaching ontológico, a través de su enfoque en el lenguaje, nos invita a explorar y cuestionar nuestras creencias y motivaciones subyacentes. Nos pide que escuchemos más allá de las palabras, a la intención y energía detrás de ellas. ¿Estamos diciendo “sí” porque verdaderamente resuena con nosotros, o porque sentimos que es lo que se espera de nosotros?

La magia de este tipo de coaching reside en su capacidad para desvelar las historias que nos contamos a nosotros mismos. Al hacerlo, podemos reescribir esas narrativas, optando por aquellas que reflejen nuestra auténtica esencia y nos permitan vivir una vida más alineada y plena.

El desafío es aprender a discernir, a estar presentes en cada decisión, y permitirnos elegir desde un lugar de autenticidad y compromiso, en lugar de dejarnos llevar por las pesadas cadenas de la obligación. Porque, como bien se dice, no es más libre quien más hace, sino quien más elige.

La Magia en el Lenguaje

“Las palabras tienen la ligereza del viento y la fuerza de la tormenta.” – Víctor Hugo

¿Es posible una metamorfosis de nuestras obligaciones en compromisos genuinos? La clave está en el lenguaje. Una simple modificación, como cambiar “tengo que hacer esto” por “elijo hacer esto” o “me gustaría hacer esto”, puede alterar profundamente nuestra percepción y experiencia, infundiéndonos una sensación renovada de propósito y pasión.

El coaching ontológico va más allá de la mera observación. Nos brinda herramientas y perspectivas renovadas para enfrentar la vida. Nos enseña que, más allá de las circunstancias, tenemos la capacidad de elegir nuestra respuesta y actitud.

Cada día, cada momento, es una oportunidad para ejercer ese poder de elección. En cada decisión, desde las más triviales hasta las más trascendentales, encontramos nuestra libertad y propósito. No se trata solo de acciones, sino de una mentalidad, una actitud ante la vida.

Para aquellos interesados en profundizar aún más en esta dualidad entre compromiso y obligación, les recomiendo encarecidamente la película “El Indomable Will Hunting” (Good Will Hunting). En este conmovedor relato, seguimos a Will, un joven superdotado que trabaja como conserje en el MIT, mientras navega por las expectativas de la sociedad y busca su verdadero camino. A través de su relación con un terapeuta, la película destila magistralmente la lucha interna entre las responsabilidades impuestas y el deseo genuino de seguir nuestra pasión. Es un recordatorio cinematográfico de la importancia de vivir con autenticidad y elegir nuestro propio destino.”

Para concluir, hagámonos algunas preguntas. Al mirar hacia atrás, ¿cuántas de nuestras acciones y decisiones recientes nacieron de la obligación? ¿Y cuántas del compromiso? Estas respuestas pueden iluminar nuestro camino y ayudarnos a orientarnos hacia una existencia más plena y significativa. El acto de elegir, de comprometernos con autenticidad, es quizás el regalo más precioso que poseemos como seres humanos.

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